Ya terminó. Muchas horas de preparación, de ensayos, de crear y probar pasos. Nervios, llantos y risas. Primeros puestos, segundos y terceros. Algún momento de frustración y de enfado. Muchísimos momentos de felicidad, abrazos y alegría.
Eso ha sido Anaprode 2018 para la familia de Danza Abierta. Es el instante que esperamos durante todo el año para subirnos al escenario y brillar, de darlo todo y demostrar que el esfuerzo diario tiene recompensa. Un concurso con el que vibramos, en el que fortalecemos nuestros lazos de amistad y compañerismo, en el que aprendemos a crecernos ante las adversidades y los malos momentos. Y a disfrutar de los bueno, por supuesto.
Pero nada de esto sería posible sin el esfuerzo de los padres de todos nuestros alumnos, que les acompañan cada día y les animan a luchar por sus sueños. Ni sin María ni Sandra, profesoras que empezaron en nuestra academia para convertirse en el modelo y la inspiración de sus pequeñas y pequeños. Gracias a todos por su trabajo y apoyo, porque sin ellos nada de esto sería posible.
Y a todos los participantes que han venido este año hasta Valladolid. Porque las ganas de bailar y el esfuerzo que ponen cada año en mejorar son nuestra motivación a seguir practicando e innovando. Entre todos crecemos y cada vez hacemos que este concurso sea mejor y más grande.
Y para el final dejamos los resultados. Porque son importantes, claro, pero lo menos importante de todo. Once primeros premios, quince segundos y cinco terceros es el balance de este año. Además de un impulso a nuestro ánimo y a nuestras ganas de seguir esforzándonos, estos premios son el aval del gran trabajo que hacemos todos en Danza Abierta: profesores, alumnos y padres. Todos somos el motor de nuestra escuela.
¡Felicidades a toda la familia de Danza Abierta!